¿Cómo afectan las pantallas digitales a la salud de los niños?

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¿Te has preguntado alguna vez cómo la tecnología impacta a los niños más pequeños? Internet, teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras son invenciones relativamente recientes, con menos de 30 años de existencia. Sin embargo, su integración a nuestro diario vivir y nuestra dependencia de estas tecnologías es muy clara. No solo se han vuelto indispensables para el trabajo y los estudios, sino también para el entretenimiento de niños y adultos, tanto dentro como fuera del hogar.  

Hoy en día, la mayoría de las actividades de recreación de los niños involucran el uso de pantallas digitales, dejando de lado los juegos tradicionales y exponiéndose durante muchas horas a estas pantallas. Los investigadores se han interesado cada vez más en estudiar los efectos que una exposición excesiva o un uso inadecuado de la tecnología puede tener en los niños. Desafortunadamente, los resultados no son alentadores, ya que han demostrado que un uso inadecuado y no regulado de las pantallas se asocia con problemas de salud y desarrollo en los niños. 

En la actualidad, debido al avance de las redes sociales y las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), la mayoría de los niños hacen uso diario de la tecnología para comunicarse, relacionarse, jugar y hacer tareas. Según algunos estudios, como el realizado por Fung, Rojas y Delgado en el año 2020, el uso prolongado de la tecnología en los niños afecta negativamente en su relación con el entorno y en diferentes aspectos de sus vidas, como el sueño, el estado de ánimo, la actividad física y la alimentación. Además, también puede tener impacto en aspectos sociales y personales, como el contacto con personas inapropiadas o estar expuestos a la vulneración de su privacidad. 

El efecto del tiempo de exposición a las pantallas
En muchos casos, los niños no tienen en cuenta el tiempo que pasan frente a las pantallas, y sus padres tampoco establecen límites. Diversos estudios, como los de Rodríguez y Estrada, 2021; Fung et al., 2020 y Martínez, 2021, han señalado que el tiempo excesivo que los niños pasan frente a las pantallas pueden tener consecuencias negativas: se presentan dificultades en el desarrollo de habilidades motoras, lenguaje y bienestar social, así como en su rendimiento académico, desarrollo físico, alimentación, neurodesarrollo y la higiene del sueño, que se refiere a conductas que dañan la calidad del sueño; entre otros efectos posteriores en el desarrollo. 

Problemas a nivel físico

Cuando los niños pasan demasiado tiempo frente a las pantallas, se reduce significativamente el tiempo disponible para realizar actividad física, lo que los vuelve más sedentarios. Esto puede ocasionar un aumento de la presión arterial, mayor riesgo de padecer obesidad infantil, resistencia a la insulina y diabetes tipo 2. Es importante destacar que la obesidad infantil se encuentra estrechamente relacionada con la higiene del sueño, ya que esta puede afectar la calidad y cantidad del sueño. Además, la falta de actividad física afecta negativamente el desarrollo físico, emocional y cognitivo de los niños. Al preferir el uso de pantallas en lugar de juegos que involucren a sus padres, compañeros o familiares, se pierden los beneficios que estos juegos aportan al desarrollo del lenguaje y a la regulación de las emociones, entre otros aspectos. En resumen, el uso excesivo de pantallas por parte de los niños, en ocasiones, incrementa el sedentarismo, ya que dedican gran parte de su día a los videojuegos, en lugar de realizar actividad física. Esto provoca un efecto negativo en su salud y en la estructura del cerebro (Zavala-Crichton, J. P. 2021).

El uso excesivo de las pantallas también puede generar en los niños problemas de alimentación, ya que que los induce a consumir más alimentos independientemente a su sensación de apetito. Del mismo modo, puede aumentar el consumo de alimentos cariogénicos, es decir, aquellos que pueden producir caries dentales, aquellos altos en grasas y azúcares, dejando de lado alimentos saludables y necesarios, como frutas y verduras.

Algunos padres consideran que ver televisión ayuda a los niños a relajarse antes de dormir. Sin embargo, no hay resultados o evidencias concluyentes que respalden esta creencia. En contraste, se ha encontrado que la alta exposición de los niños a las pantallas ocasiona problemas de sueño, como el desplazamiento del horario de sueño (dormirse cada vez más tarde) o una pobre higiene del sueño.

En cuanto a los efectos posteriores en el desarrollo de los infantes debido a la exposición a las pantallas, se han observado problemas como conjuntivitis (inflamación en el ojo), trastornos del sueño diurno y nocturno ( siestas y sueño reparador, respectivamente), acoso escolar, hábitos alimentarios poco saludables, deficiencias en habilidades de la motricidad gruesa (por ejemplo, al caminar, correr y andar en bicicleta, entre otros) y la aparición de depresión y ansiedad infantil (Rodríguez y Estrada, 2021).

El contenido que los niños consumen al ver las pantallas también influye en su sueño, causando un estado permanente de alerta y disminuyendo la sensación de somnolencia antes de acostarse. Por lo tanto, los investigadores recomiendan evitar el uso de pantallas durante un tiempo de 30 a 60 minutos antes de dormir, para asegurar de esta forma un sueño reparador y profundo.

Problemas a nivel psicológico y social

La exposición prolongada a las pantallas afecta el desarrollo de los niños, ocasionando retrasos en sus habilidades motrices y dificultades en su desarrollo cognitivo y del lenguaje (Pedrouso et al., 2020). En relación con el lenguaje, los niños pueden presentar un retraso en la edad a la que comienzan a hablar o tener problemas posteriores en su habilidad para sostener conversaciones por largo tiempo. Es importante mencionar que los niños menores de 2 años no pueden comprender el lenguaje sistemático de las pantallas, es por esto que no logran transferir lo que aprenden en las pantallas a la vida real. Esto trae consecuencias negativas en su rendimiento académico y en su desempeño escolar. Además, tiene un impacto negativo en su bienestar psicológico, ya que la inmersión constante en las pantallas evita que experimenten curiosidad por lo desconocido. En consecuencia, pueden aparecer problemas de autocontrol, autorregulación y una baja estabilidad emocional.

El uso prolongado de pantallas a una edad temprana también puede causar problemas de atención, como trastornos por déficit de atención, hiperactividad y control atencional, es decir, ser capaces de centrarse en algo durante un tiempo prolongado. Todo esto se relaciona con un bajo nivel cognitivo, dificultades en la conducta y para expresarse adecuadamente, así como la formación de una baja autoestima. De igual manera, estos bajos niveles cognitivos pueden causar retrasos en el desarrollo y afectar el rendimiento escolar.

Considerando lo anterior, el uso excesivo de pantallas interfiere en la comunicación entre padres e hijos, lo que a su vez dificulta el desarrollo óptimo de habilidades interpersonales, motoras y comunicativas. Si bien el juego trae muchos beneficios para los niños, como la reducción del uso excesivo de la tecnología, los videojuegos afectan negativamente las habilidades sociales necesarias para enfrentarse al mundo. La Organización mundial de la salud recomienda que los niños participen en juegos que involucren actividad física y socialización directa para mejorar, no solo su salud física, sino también sus capacidades mentales, psicológicas y de relacionarse con los demás (Ortega & Pinto, 2021).

Para evitar efectos negativos a largo plazo, los investigadores proponen las siguientes recomendaciones:

  1. Supervisar el contenido que los niños consumen en las pantallas.
  2. Limitar el tiempo de exposición a las pantallas.
  3. Asegurarse de que el tiempo dedicado a las pantallas no reduzca el tiempo necesario para descansar, hacer ejercicio regularmente, comer y participar en otras actividades.
  4. Evitar el uso de pantallas antes de dormir o durante las comidas, así como utilizarlas como instrumento de calma o distracción.
  5. Evitar la exposición a contenidos violentos o inapropiados para infantes.
  6. Establecer y hacer cumplir reglas para el uso de la tecnología en el hogar.
  7. Promover un uso responsable y saludable de la tecnología en el hogar.
  8. Enseñar a través del ejemplo conductas de uso responsable y saludable, ya que la imitación es el principal factor de influencia en el uso de pantallas a edades tempranas.
  9. Apagar la televisión cuando no se esté viendo, ya que puede ser un distractor para la realización de otras actividades.
  10. Compartir tiempo frente a las pantallas con los niños, en lugar de usar la tecnología como sustituto para los cuidados.
  11. Promover hábitos como el juego al aire libre, la lectura de cuentos y los juegos con otros niños de las mismas edades.

En conclusión, el uso excesivo y prolongado de pantallas y tecnología en los niños, especialmente a edades tempranas, tiene efectos perjudiciales para su salud y desarrollo. Esto impacta negativamente en sus dimensiones psicológicas y cognitivas, además de causar problemas como alteraciones del sueño y la alimentación.

 

Autores: Gianinna María Cunha Barraza, Maria Alejandra Milhoua De La Rosa, Karen Sofia Vargas Robayo. 

Profesor Asesor: Oscar E. Hernández B.

Comunicación de las Ciencias